El místico es un gnóstico, un hombre de conocimiento, que tiene un laboratorio, un taller, que no es otra cosa que su conciencia. Entonces, a través de una serie de mecanismos, del ayuno, de la soledad, de la oración, de situaciones límite que pueden abarcar desde el arte hasta el sexo en su dimensión sagrada, produce modificaciones en su estado consciente y las va estudiando con el mismo rigor con el que un químico estudia las bacterias, los virus, los microbios, que se mueven en la platina del microscopio. Luego, llega a conclusiones científicas, válidas para todo el mundo porque no son fruto de la fe del niño, sino de la reflexión del adulto.