Canindeyú gigante! Absorto veo Cumplido mi deseo. Ante tu majestad, turba y oprime El peso del asombro el alma mía, Y está mi fantasía Postrada ante el altar de lo sublime. Un tiempo aquí también desde estas breñas, Viendo cómo despeñas Por el agrio talud de la montaña Tu tremendo caudal arrebatado, Te contempló, admirado, El eminente Azara, honor de España. ¡Qué soberbio espectáculo grandioso! Ni el mar tempestuoso Tan arrogante poderío ostenta, Cuando yergue sus hondas encrespadas, Y en las acantiladas Costas con alto frémito revienta. Inmensa mole de aguas despeñadas En rugientes cascadas. Densas brumas, corrientes que se embisten, Furiosos remolinos, grandes bloques Que los constantes choques De las olas, inmóviles, resisten. Peñascos en el hondo precipicio, Sacados de su quicio, Restos de murallones que cayeron, Profundas torrenteras y salidas Que las rocas vencidas A las triunfantes aguas concedieron. Únense impetuosas las corrientes De todos los torrentes, Y atacando con ímpetu bravío El peñascoso cauce que se estrecha, Se arroja por la brecha En tremenda avalancha todo el río. Invencible titán, que sin reposo Batalla poderoso Los basálticos diques destruyendo, ¿Cuántos siglos habrá que estás luchando Y sin cesar bramando Con ronca voz de pavoroso estruendo? Con la indómita acción del formidable Poder incontrastable Que tu raudal precipitado encierra En rápido y furente torbelino, Te has abierto camino Destrozando la espalda de la sierra. ¡Cuán grande te contemplo y sorprendente, Luciendo el esplendente Manto que arrastras de albicante espuma, Y los nimbos de fúlgida belleza Que sobre tu cabeza Dibuja el sol en la flotante bruma! En la vasta extensión de la comarca Que fragoroso abarca El eco atronador de tu bramido, Ahuyentadas las aves y las fieras, Lejos de tus riberas, Pávidas buscan silencioso nido. Embebido en el sublime encanto De admiración y espanto Que infunde tu grandeza prepotente, Parece que me arrastra el turbulento Furioso movimiento Que lleva despeñada tu corriente. ¿Tendrá término un día tu carrera Tumultuosa y fiera? ¿O siempre bramador, siempre iracundo En ese arrebatado movimiento De tu despeñamiento Durarás tanto como dure el mundo? Edades pasarán y más edades, Y éstas, hoy, soledades Irán poblando las futuras gentes En sucesión continua, interminable, Y tú, siempre incansable, ¡Tronando en estas ásperas rompientes! Yo, que a inmortalizar mi nombre aspiro, Con envidia te miro; Mi pequeñez aumenta mi amargura, Y el afán impotente del desvelo Sugiéreme el anhelo De tener junto a ti la sepultura. ¡Canindeyú! Extático en tu orilla Mi pretensión se humilla: En vano la osadía del intento Al estro de mi espíritu enardece, Que débil desfallece Ante la esplendidez de tu portento. En el espumoso manto De tu soberbia belleza, Grabar quisiera este canto, Pobre ofrenda que levanto En aras de tu grandeza; Para que en edad futura Quien viniere a contemplarte, Viese sobre la blancura De tu hermosa vestidura Que fui el primero en cantarte.