Quien haya seguido mis publicacione, ya sabrá que, de vez en cuando, suelo colgar alguna que otra cosa que se sale del patrón. Espero no defraudar demasiado. En realidad creo que lo haría si me limitase estrictamente a éste, pues en la vida todo, a la larga o a la corta, suele acabar estando conectado y muy pobre resultaría una mente enfocada tan sólo en una dirección. Además, como escritora y creadora que soy, sé bien que la inspiración suele provenir de las direcciones más insospechadas, sin que sirva ningún mapa a priori confeccionado para salir a la búsqueda de la musa, que en cambio se presenta donde, como y cuando quiere. Y así ha sido esta vez. Navegando a la deriva por la Red, curioseando aquí y allá sin ningún objetivo claramente definido, di con una serie de noticias que me llevaron a unas mujeres cuyo carácter muy bien podría contribuir en la futura gestación de personajes en mi mente. Féminas que ganaron mi admiración desde el momento en que conocí su historia. Sé que ello podrá escandalizar a muchos de mis lectores, pero la cosa me da un poco igual. Quienes gustan de mis textos, gustan de cómo soy, pues en ellos vierto mi más sincera esencia. Ello no tiene por qué implicar necesariamente que compartan mis opiniones. Sólo que las aceptan y respetan, aunque discrepen de ellas. Mujeres transgresoras que marcaron o marcan tendencia con su poderosa personalidad y rabiosa independencia. En absoluto me considero feminista –ni mucho menos hembrista-, pero no puedo dejar de simpatizar con quien, a su propia manera y con su propio estilo, rompió las cadenas que la sujetaban para adentrarse en territorio tabú con valentía y sin complejos. La cosa va de féminas de poderosa sexualidad. Muy poderosa. Tanto como para haberse liado con sus propios alumnos menores de edad siendo ellas sus profesoras. Y lo más sorprendente de todo es que las tres son guapísimas. Auténticas reinas de la belleza que me han dejado con la boca abierta al conocer su imagen e historia y no tuvieron en cambio empacho en enrollarse con chavales de entre trece y diecisiete años. Las relaciones fueron mutuamente consentidas –y disfrutadas- y en ninguno de ellos existió menor por debajo de los trece años. Tampoco intimidación, violencia, engaño ni ningún otro vicio de la voluntad que invalidase el consentimiento. Me queda claro tras haberme informado bien de lo ocurrido en los tres, pero tampoco hubiese resultado necesario hacerlo. Viendo lo guapísimas que son todas, nadie me podría convencer de que un adolescente –ningún varón en general, vamos- necesitó forzado a acceder al sexo con ellas. Resulta bastante absurdo pensar en un aprovechamiento de su posición de autoridad para obligarlos a ello, ¿no os parece? Todo, ya digo, sin tener en cuenta que los mismos datos y declaraciones que constaron, dejaron claro que los chavales accedieron de forma totalmente libre y consentida. Normalmente suelo ser partidaria y defender el sistema legal americano, con su pena de muerte, su cadena perpetua, sus trabajos forzados y su determinación de la imputabilidad o inimputabilidad penal de un menor atendiendo a su grado de madurez real y no a su edad biológica, como se hace en Europa, pero existen puntos en los que discrepo totalmente y éste, de todas todas, resulta uno de ellos. Como podéis comprobar, se trata de mujeres guapísimas en todos ellos. Verdaderas preciosidades a las que ya quisiera la que escribe parecerse físicamente y téngase en cuenta que se considera ésta a sí misma mujer atractiva. Por su belleza, su valentía y su ejemplo, desde aquí les dedico mi más sincero aplauso, admiración y apoyo.