A veces cuando nos aburrimos recurrimos directamente a recostarnos en algún lugar, lo cual nos lleva a pensar a recordar, por alguna razón raramente vienen a nuestra mente imágenes que no creíamos recordar, que no nos parecía importar. En la tarde de ayer, una tarde calurosa de verano cerca de la noche de navidad descansaba sobre mi sofá pensando en la noche que me esperaba, ya que este sería el primer año que puedo salir con mis amigos luego de la medianoche; entre aquellos pensamientos y demás un rostro lleno de lágrimas y odio vino de repente a mi mente aunque no entendía el porqué, se trataba de una compañera de la secundaria la cual solía sentarse sola o llorar sujetándose la cabeza, nadie la ayudaba pero todos pensábamos en que sucedía, supongo que ella nunca lo supo. Luego de pensarlo un poco más recordé que estaba viendo fotografías de este año en la escuela e inconscientemente habré pasado la vista sobre ella, era extraño como en tantas fotos salía sonriente pero en la última no era igual, sonreía pero falsamente, dándole cierto tono extraño a la fotografía que no podía entender. Pero ya fue demasiado pensamiento por el momento, debía prepararme para ir a casa de mis abuelos y festejar la navidad, como siempre. Después de unas largas horas junto a la familia al fin tocarían las doce, contamos como cada año los diez segundos y comenzamos a saludarnos y abrazarnos entre todos por una feliz navidad, entonces así llegaría mi libertad, al fin, ya no sería la chica estudiosa que nunca sale de su casa, ahora todo cambiaria. Eran las doce y media cuando mis amigas llegaron y nos dispusimos a ir a algún buen lugar para festejar, pero como siempre algo se interpondría en esta felicidad. Pues era navidad y todo parecía estar cerrado, no había donde ir ni que hacer así que la única solución fue quedarse en casa de alguna comiendo y tomando algo mientras veíamos unas películas, así como siempre. Le pedí a mi padre que por favor me llevara a la casa de mi amiga Aldana y así fuimos las cinco, ahora lo único que faltaba era conseguir que tomar que comer, además de las sobras junto con una amiga decidimos que lo mejor sería comprar algo en algún lugar, estando cerca del centro no es tan complicado, o eso pensaba. Ambas salimos algo nerviosas pues llevábamos puesto ropas algo vistosas y nos daba cierto miedo el salir así por allí, a pesar de la luz que poco nos hacía sentir seguras sentía que algo no iba bien. Faltaba poco para las dos de la madrugada y luego de tanto caminar me sentía rendida, convenciendo a mi amiga de volver escuche pasos, podía ser cualquiera pero por si acaso nos tomamos de los brazos para no perdernos de vista. No quería demostrarlo pero sentía mucho miedo, aún más que ella, mi corazón latía muy rápido y se aceleraba con cada paso que escuchaba. Entonces las cosas empeoraban cuando escuche un llanto provenir de algún lugar cercano, mi compañera no lo escuchaba simplemente caminaba, pero al avanzar el llanto era más fuerte es por esto que le pedí tomar otro camino sin importar la escaza luz mientras ella seguía adelante como si nada más importara. Ella no me escuchaba, insistía e insistía tanto que no encontré más solución que gritarle dejándola paralizada, pero algo más sucedió por esto, el llanto se detuvo y vi a unos metros a una chica levantarse del suelo, parecía ser mi compañera del colegio pero eso no era lo malo, lo malo fue verla con las manos y un vestido manchado con sangre, bajar la mirada y ver el cuerpo tirado a sus pies fue la razón suficiente para tomar la mano de mi amiga y salir corriendo aunque ella no sepa el porqué. La recuerdo gritar: - Oye basta ¡Deja de asustarme! Haz hecho que pierda mi bolso - ¡Eso no importa ahora! No seas idiota y sígueme! - Ya deja las tonterías ¿Si? Me voy por el camino más iluminado luego de recuperar mi bolso… – no importaba cuanto insista ella no me escucharía, no éramos necesariamente muy amigas como para que me crea tales ilusiones, pero yo aun oía los pasos aún más fuertes y firmes que antes, al contrario ya no eran pasos era alguien corriendo. Fui directamente hacia ella gritando que no me deje sola que me perdone, en cuanto levanto su bolso y se dio vuelta hacia mi queriéndome regañar vi que su cara se convirtió en un rostro estupefacto y me sentí aturdida, abrí mis ojos sintiendo que todo era tan lento, demostrando el terror sin poder terminar de girar y la vi a ella, la chica de mi secundaria con un gran pedazo de vidrio el cual corto parte de mi rostro y me hizo caer al suelo gritando de dolor, pero mi amiga no hizo más que quedarse allí observando, no lo entendía solo quería correr por tan horror, no estaba equivocada esa chica era una psicópata ¡una asesina! Quien lo creería, al ver mejor note que el vidrio que tenía en su mano ahora se encontraba clavado en la garganta de un chico que al parecer se encontraba detrás mío, ella me miro con varias lágrimas en los ojos y unas ojeras negras que mucho se hacían notar, limpiando sus manos en su vestido simplemente salió corriendo diciendo que llamemos una ambulancia. Mis pensamientos no eran claros, tan solo quería correr y dejar de sentir tanto dolor, y junto a mi amiga fue lo que hicimos, solo quería estar segura en casa, no quería volver a salir ya nunca más en la noche. Es por esto que al contarle a todos decidimos vernos solamente de día, y no quise volver a salir sola nunca, tenía miedo, tengo miedo. Aún más cuando el día de hoy al caminar junto a mi madre antes de cruzar vi que del otro lado de la calle se encontraba ella con un ramo de flores y un vestido negro muy notorio, se encontraba de la mano con un muchacho vendado y con sangre que parecía salir de su estómago. Ambos se encontraban pálidos y con grandes ojeras negras, cuando cruce la calle junto a mi madre ella simplemente camino sin verlos y a punto de chocarlos iba a hacer que se detenga pero mi corazón se detuvo por un momento al ver que ella los atravesó como si de aire se tratara, guarde silencio y continúe, la culpa no me la quitaría nadie… sobre todo al girar y verlos mirándome fijamente con un rostro triste, que teniéndolos ya a más de tres metros pude escuchar como ella decía “volveré por lo que es mío”. Si tan solo hubiera llamado a la ambulancia, ahora encerrada en mi habitación no puedo cerrar los ojos sin ver sus rostros observándome con tristeza, los siento cerca, tengo miedo, no quiero cerrar los ojos nunca más, ella vendrá por mí, lo sé, no estoy loca, lo se ¡No estoy loca! Ella está allí, está en todas partes, ella buscara lo que es suyo, volverá, para siempre para arrancarte la vida, con esa mirada, tal vez, tal vez… “Tal vez en otra vida podamos ser felices juntos”. ———— “Tal vez en otra vida… podamos ser felices juntos” esa fue la frase que escribió la joven adolescente que cometió suicidio hace un par de días al igual que una amiga suya que se ahogó en el río. Es una lástima, tan joven, como aquella pareja que falleció luego de defenderse de un asaltante, la joven había escrito en una caja de regalo la cual contenía anillos de oro “Tal vez en otra vida podamos ser felices juntos”. Es curioso, pero cosas como esta no son más que coincidencias. ¿Tú qué crees?