El plan de dieta extremo llevó la chica directo a los cuidados intensivos: estaba tan demacrada que su cuerpo se rindió y Helen acabó en una cama de hospital. Fueron los equipos de salud que la resucitaron. Cuando la joven fue hospitalizada, pesaba solo 34 kilos. Helen admitió que había decidido correr el riesgo para poder hacerse amiga de sus compañeros de clase, que pensaban que estaba gorda y le dieron el apodo de "ballena".