El objetivo de la narrativa de terror es conseguir transmitir angustia y miedo a quien la lee, ve, escucha o juega. Utiliza elementos como el ritmo, los sonidos, los colores y la distribución de los objetos en el plano para crear una atmosfera que consiga aislar, de forma que uno solo esté pendiente de una sucesión de acontecimientos que no manejan y que están pensados, precisamente, para generar tensión hasta romperla repentinamente en un susto. Si la literatura de terror aprovecha el poder de la palabra y el cine le añade imagen y sonido, los videojuegos suman la implicación directa del público en la historia.