Eso es. Exactamente. Sócrates andutava por las plazas de una ciudad siete siglos vieja y enquiria a los jóvenes preguntándoles: "¿qué és la belleza?"
La Metropolis, muy carente de espacio, color y paisaje, mide siglos como el homínido mide años. Veintisiete siglos desde la fundación de la ciudad, veintisiete años de metropolis romana.
Las ciudades teosféricas y noosféricas, muy carentes de espacio, color y paisaje, miden milenios como las metropolis siglos.
Los esferas se superponen. Y las superposiciones están superpuestas. Los caos vertebran esos cosmos encerrados en sí mismos. Caos es vehicular membranas, gestionar ecumenidades, balancear traducciones.
La mirada bascula de paradigma en paradigma, de holón en holón, y la biosfera, a veces, pierde una presencia otrora ubicua.
Así las listas de followers, de suscribers, de friends, de members... son una tecnología como lo son las rutas migratorias y de transhumancia de las diferentes especies de animalia.
Tropecientos miles años después alguien encuentra la belleza encarnada y se pone a cantar una canción en la que alguien amado se ha ido y no pasa nada.
Y la incompetencia, la torpeza, la incapacidad como lastre a los sueños, las fantasías, las ilusiones... se puede luchar cuerpo a cuerpo contra la vergüenza. Una batalla de emociones y sentimientos. ¿Pero se puede contra la incompetencia?
El contrario de la guerra es la paz. Fuerza y dharma aquí, ira y prana allá.La paz en la que la construcción aumenta a falta de destrucción.
La idea de construcción es finita intrínsecamente. Creer lo contrario es negar el aleph. La paz es finita. Creer lo contrario es negar el aleph.
Descubrir belleza encarnada, sentirse bajo su influjo... desear y odiar la belleza, de trayectoria personal y de presente momentum. Entonces, la última noche y la torpeza para expresar cariño, incompetencia en hallar la silueta del otro, incapacidad para cuidar... sentirse mal, sentirse torpe, incompetente, incapaz, doblegarse... confundir dolor de corazón, con dolor de estómago, con dolor de cabeza... sentir que me duele el alma, que me duele la personalidad, que me duele el animal. ¡Solipsismo mordaz!
Sea. Que no pase nada en la carencia. Centro del centro del poema. Un rostro en el centro.
Tomamos nombre los seis, hoy día seis de junio. No siendo un tomar por tomar, sino un tomar por dejar.
Otra muerte.
¿Y esto era la vida? Pues que vuelva a empezar.
Me llamo, nos llamamos queridas voces: Aleph.
Un nuevo nombre es un nuevo habitante noosferico o teosférico. ¿Qué haré con mis papeles y con mi esperma?