Algunas obras nos llegaron por la recomendación de un amigo, las leímos en el colegio o en la universidad, otros libros aparecieron comentados en algún periódico o revista, quizá algún escritor deslizó sus preferencias en una entrevista o simplemente la casualidad nos llevó hasta narraciones que luego disfrutamos. Un buen librero, un profesor, una nota a pie de página o un recuerdo borroso también pueden conducirnos a una lectura provechosa, como puede servir un ranking o las noticias de premios nacionales y del Premio Nobel de Literatura. En definitiva, muchos caminos pueden conducir a la Roma literaria.