el sol bajo las nubes


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DATE: July 11, 2014, 4:07 p.m.

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HITS: 718

  1. Claudio era un joven tímido de quince años, de
  2. los cuales los últimos cuatro los había dedicado
  3. exclusivamente a estudiar música en la casa de
  4. Monsieur Cottillard, un viejo maestro músico
  5. amante de la soledad y el piano.
  6. Durante los últimos cuatro años Claudio iba y
  7. venía de su casa a la del viejo Cottillard, sin
  8. siquiera voltear a ver el antiguo y enorme edificio
  9. de piedra que estaba justo frente a la angosta
  10. casa de su maestro. Se trataba del Liceo de
  11. Niñas, un colegio exclusivamente para las hijas
  12. de las más adineradas familias de la ciudad.
  13. Al viejo no le gustaba enseñar con las ventanas
  14. de su casa abiertas, excepto los días lluviosos,
  15. esos días Claudio tenía permitido acercarse un
  16. poco a la ventana que daba a la calle a practicar
  17. con su violín.
  18. Fue precisamente un día de lluvia que Claudio en
  19. un descanso de su práctica al mirar por la
  20. ventana descubrió el rostro más bello que jamás
  21. hubiese visto, unos grandes ojos castaños
  22. coronados con bellas y largas pestañas, cabello
  23. al color de la tierra mojada, pero lo que más le
  24. gustó de aquella niña fue su blanca e inmaculada
  25. palidez, la chica era de por si hermosa, pero era
  26. su blancura lo que dejó atónito a Claudio.
  27. Ese día el joven no dejó de pensar en aquella
  28. alumna del Liceo, volvió a su casa y practicó con
  29. su piano siempre pensando en ella.
  30. Al día siguiente Claudio buscó desesperadamente
  31. acercarse a la ventana, pero afuera no estaba
  32. lloviendo y su maestro le prohibió que la abriera.
  33. Esa tarde Claudio ejecutó el piano con demencial
  34. ira, Monsieur Cottillard quedó maravillado.
  35. Al día siguiente tampoco llovía sin embargo el sol
  36. estaba oculto tras gigantescas y espesas nubes,
  37. Claudio se molestó mucho, sabía que otra vez
  38. estudiaría con la ventana cerrada.
  39. Al llegar Claudio a la casona notó que la ventana
  40. estaba abierta, su pecho se agitó y sintió como
  41. su estómago se estremeció de alegría, subió
  42. velozmente las escaleras y buscó su lugar junto
  43. a la ventana. Monsieur Cottillard estaba de muy
  44. buen humor, incluso habló de la belleza del día y
  45. concedió a Claudio varios descansos. Por primera
  46. vez en cuatro años Claudio notó que no era la
  47. lluvia la que ponía de buen humor a Cottillard
  48. sino los días donde las nubes no daban
  49. oportunidad al sol brillar, se alegró.
  50. Justo a las 2 de la tarde pidió a su maestro un
  51. descanso, y se dirigió a la ventana con la
  52. esperanza de encontrarse con su amada niña.
  53. Después de buscarla de entre decenas de niñas
  54. que esperaban ser recogidas por sus padres en la
  55. banqueta al fin pudo ver a su amada, no fueron
  56. más de quince segundos, quince segundos donde
  57. la tierra se detuvo, 15 segundos donde su
  58. corazón se estrujaba desesperadamente en sus
  59. adentros. Por fin pudo verla dos días después de
  60. haberla visto y amado por primera vez.
  61. La hermosa niña subió a la parte trasera de un
  62. carruaje y desapareció de repente, Claudio volvió
  63. a sus lecciones, estaba contento, se le veía en la
  64. mirada, estaba tan emocionado que se equivocó
  65. una vez tras otra, despertando la ira de Monsieur
  66. Cottillard en múltiples ocasiones.
  67. El día siguiente nuevamente estuvo nublado y
  68. Claudio feliz, recorrió las calles rápidamente y
  69. llegó a la casa de su maestro, buscó su lugar y
  70. comenzó a practicar distraído y equivocándose
  71. una y otra vez. Cuando dieron las 2 de la tarde
  72. pidió su receso y se recargó viendo por la
  73. ventana, pasaban los segundos y Claudio más se
  74. desesperaba, hasta que decidió preguntar a
  75. Monsieur Cottillard si él sabía por qué no habían
  76. salido las niñas del colegio de enfrente.
  77. – ¡Es sábado atolondrado! –Respondió el viejo–.
  78. –Llevas años practicando y ¿no te habías dado
  79. cuenta que los sábados y los domingos el Liceo
  80. no abre sus puertas? –Menudo animal.
  81. Claudio tomó su violín y comenzó a tocar con
  82. tremenda furia, parecía que se encontraba
  83. poseído, como si el demonio mismo entrara en su
  84. cuerpo y le ordenara tocar las melodías más
  85. notables que Cottillard le hubiese escuchado
  86. jamás, de pronto el viejo recordó el día que al
  87. negarle abrir la ventana Claudio había tocado el
  88. piano como nunca antes.
  89. Ahí estaba Claudio con sus manos en el violín, su
  90. vista fija e imperturbable en el suelo, pero su
  91. pensamiento con ella, la niña de la ventana.
  92. Al terminar la lección Cottillard preguntó a su
  93. joven pupilo que era lo que buscaba en la
  94. ventana, Claudio respondió que nada, tomo sus
  95. cosas, se despidió de su maestro y salió
  96. corriendo de la habitación, pero unos segundos
  97. después volvió.
  98. – ¿Los domingos tampoco abren el Liceo? –
  99. Preguntó Claudio–
  100. – ¡No! –Respondió entre risas su maestro–
  101. Claudio sonrió y salió corriendo.
  102. Llegó el domingo y como todos los domingos
  103. Monsieur Cottillard dejó improvisar libremente a
  104. Claudio mientras él se dedicaba a otros asuntos
  105. en su casa.
  106. Claudio trataba de pensar en su amada, decidió
  107. improvisar una melodía en el piano, el hecho de
  108. ser domingo lo animaba pues mañana, si el sol
  109. se lo permitía vería otra vez aquellos alegres ojos
  110. y aquella piel delicada.
  111. Llegó el lunes, por suerte nublado y con lluvia.
  112. Claudio pidió su descanso a las dos en punto y
  113. Cottillard se sentó a observar al joven como
  114. agitadamente buscaba algo o a alguien en
  115. dirección a la puerta del Liceo, de pronto vio
  116. como Claudio se alejó de la ventana y buscó su
  117. lugar, con una sonrisa en la cara y la mirada
  118. perdida. Cottillard pidió a Claudio que le tocara
  119. algo, Claudio eligió una antigua sonata y no paró
  120. de equivocarse tanto que su maestro decidió
  121. interrumpirlo para platicar con él.
  122. –Estaba pensando en clausurar definitivamente
  123. esa ventana ¿Qué te parece? –Preguntó el viejo–
  124. Claudio guardó silencio, bajó su mirada y solo
  125. encogió los hombros.
  126. –Entonces, ¿no te importa? –Insistió Cottillard–
  127. Claudio no respondió, sintió mucho coraje e
  128. impotencia en ese momento, Cottillard notó que
  129. Claudio comenzaba a enojarse y sin perder más
  130. tiempo le dijo:
  131. –¡Toma tu violín, toca!
  132. Y comenzó Claudio a tocar a ratos sereno, a ratos
  133. furioso. Cottillard estaba conmovido con aquella
  134. melodía, definitivamente su discípulo empezaba a
  135. madurar en todos los sentidos.
  136. El día siguiente era un bello día soleado, Claudio
  137. estuvo molesto todo el mediodía hasta que dieron
  138. las dos y suplico por primera vez al maestro abrir
  139. la ventana, Cottillard aceptó bajo la condición de
  140. saber quién era la persona que despertaba tan
  141. desesperadamente el interés del joven músico.
  142. Claudio acepto y cuando llegó el momento con
  143. voz temblorosa dijo a su maestro.
  144. –Es ella.
  145. Cottillard observó a la bella joven, sin lugar a
  146. dudas era hermosa, volteó la mirada hacia su
  147. pupilo que estaba enternecido de ver a la joven.
  148. Cuando la hermosa joven hubo subido a su
  149. carruaje Cottillard tomó del Brazo a Claudio y lo
  150. guio al piano.
  151. Los días pasaron y de lunes a viernes Monsieur
  152. Cottillard daba permiso a Claudio de mirar a la
  153. bella estudiante aunque no estuviera nublado el
  154. día.
  155. Las semanas continuaban completándose incluso
  156. los meses y Claudio seguía admirando a la chica
  157. desde su ventana, la llamaba de mil formas:
  158. Samanta, Lucrecia, Aída, Brida…, notó que los
  159. días nubosos eran los mejores para verla, su piel
  160. brillaba fulgurante, irradiaba luz propia, como si
  161. se tratara de un pequeño sol, un sol bajo las
  162. nubes, y así decidió llamarla en delante, ”Sol”.
  163. Sol se había convertido en una chica popular de
  164. entre sus compañeras, Claudio podía notarlo
  165. desde hace algún tiempo, ahora se le veía más
  166. segura y alegre y por ende más hermosa a los
  167. ojos de Claudio. Mientras tanto el joven seguía
  168. creciendo como músico, ahora sus melodías eran
  169. brillantes, tanto que Cottillard llegó a pensar que
  170. ya no necesitaba más de él como maestro.
  171. Claudio buscaba la manera de que Sol lo notara,
  172. quería impresionarla pero no sabía cómo, ni
  173. siquiera sabía que le gustaba, no conocía su
  174. carácter, no conocía ni su nombre.
  175. Cuando Monsieur Cottillard se decidió a
  176. informarle a Claudio que estaba listo para dejar el
  177. nido que forjó su maestranza en la música,
  178. Claudio rechazó de forma enérgica la propuesta
  179. de su maestro.
  180. – ¿Cómo se atreve a decir que estoy listo? ¡Usted
  181. sabe que me falta trabajar, que no soy tan bueno
  182. y que necesito de usted! –Exclamó desesperado
  183. Claudio.
  184. –Lo que vos has venido a encontrar conmigo, ya
  185. lo has conseguido Claudio, de hoy en delante
  186. deberás forjar tu propia identidad, además yo ya
  187. hube enseñado todo lo que sé. –Puntualizó
  188. sereno el viejo maestro–.
  189. –Quiero que escribas una rapsodia a tu amada,
  190. vuelve cuando la hayas concluido. Ese será tu
  191. examen final. –Dio media vuelta y dejó el salón–.
  192. El miedo que le causaba no poder volver a ver a
  193. su Sol le estremecía el alma a Claudio. Todos los
  194. días se levantaba temprano, se dirigía hasta el
  195. liceo y desde un lejano árbol contemplaba a la
  196. joven a su llegada, más tarde regresaba a la hora
  197. de la salida.
  198. La desesperación le hizo acercarse cada vez más
  199. a Sol. Ahora acostumbraba salir de la esquina
  200. justo cuando su carruaje se detenía fuera de la
  201. puerta, sentía una gran angustia por no poder
  202. hablarle, incluso una mirada de ella le hacía bajar
  203. la cabeza y caminar apresuradamente, la amaba
  204. pero no soportaba siquiera su mirada.
  205. Claudio sentía un gran odio por sí mismo; por no
  206. superar su miedo a hablarle a la joven, el mismo
  207. se negaba la felicidad. Había terminado Claudio la
  208. Rapsodia que le encomendó su maestro sin
  209. embargo no podía entregarla todavía, no quería
  210. dejar de tener una excusa para ver a Sol.
  211. El nuevo día estaba lluvioso desde muy temprano,
  212. Claudio encontró la excusa perfecta para
  213. acercarse a Sol, llevó su paraguas con él y salió
  214. de su casa agitado, por fin podría acercarse e
  215. incluso cruzar palabra con la bella joven. Esperó a
  216. la vuelta de la esquina hasta ver el carruaje de
  217. Sol acercarse, comenzó a caminar, al acercarse el
  218. carruaje a la puerta comenzó a caminar más
  219. despacio, entonces la puerta se abrió y Sol saco
  220. una pierna dispuesta a salir.
  221. –¡Use mi paraguas, señorita! –Gritó con algo de
  222. miedo Claudio–
  223. –¡Gracias señor, voy a correr! –Respondió la
  224. joven y echó a correr hasta el pórtico del Liceo–.
  225. Claudio se quedó allí parado sin decir nada, le
  226. había costado mucho trabajo poder hablarle, y
  227. las primeras palabras que le dirigía eran de
  228. rechazo. Se sintió muy avergonzado pudo sentir
  229. las miradas de las demás niñas como piquetes de
  230. agujas en la espalda. Regresó a casa deprimido,
  231. llorando de pena.
  232. Buscó el abrecartas de su papá y subió a su
  233. cuarto, se paró frente a su espejo, escuchaba las
  234. palabras de Sol una y otra vez cada vez más
  235. insistentemente, escuchaba la melodía que había
  236. compuesto para ella, estaba aturdido, tomó el
  237. abrecartas y amagó atravesarse el pecho con él.
  238. De pronto los ruidos cesaron, las voces, la
  239. música, se vio parado frente al espejo con los
  240. ojos llorosos y rojos, y sintió vergüenza.
  241. La mañana siguiente tomó las partituras de su
  242. rapsodia las introdujo en un sobre, y salió con
  243. destino al Liceo como todos los días.
  244. Un frío intenso le recorría la cabeza y el miedo se
  245. había ido. Esperó paciente la llegada de la
  246. muchacha. Cuando el carruaje llegó se dirigió a la
  247. puerta del Liceo y esperó.
  248. La joven salió por fin del carro, pasó
  249. indiferentemente a su lado, de pronto escuchó un
  250. grito:
  251. – ¡Sol!
  252. La joven volteó repentinamente y un abrecartas
  253. se introdujo en su pecho una vez tras otra, su
  254. última imagen fue la cara encendida de ira de su
  255. asesino.
  256. Diecisiete veces entró el metal en el cuerpo de la
  257. joven, uno por cada año de su vida, el color de la
  258. sangre teñía el suelo.
  259. Algunos días después llamaron a la puerta de
  260. Monsieur Cottillard, era la policía.
  261. –¿Es usted Bertrand Cottillard? –Preguntó uno
  262. de los dos policías que estaban parados frente a
  263. su puerta–
  264. –Sí señor, ¿en qué puedo ayudarlos?
  265. –Queremos entregarle este sobre; usted aparece
  266. como destinatario, pertenecía a Claudio Romano,
  267. el asesino del Liceo, como ya debe saberlo él se
  268. encuentra internado en el manicomio, ese chico sí
  269. que está desequilibrado, usted que lo conoció,
  270. ¿era él un muchacho malvado como se dice?
  271. – ¿Es cierto que hablaba con los espíritus?
  272. Necesitamos saberlo, no podemos dejar que algo
  273. parecido vuelva a ocurrir –Interrumpió el otro
  274. policía–
  275. –Si, yo tengo dos hijas, no quiero ni pensar lo
  276. que sería capaz de hacer si algo les pasara –
  277. continuó el primero–
  278. –¿tienen los señores algún otro asunto que tratar
  279. conmigo? –Preguntó molesto Cottillard–
  280. –No, ya nos marchamos, cuídese viejo amigo, yo
  281. tendría precaución con ese sobre –dijo con una
  282. mueca burlona el policía–. Dieron media vuelta y
  283. se marcharon.
  284. Cottillard abrió el sobre, sacó las partituras, y
  285. notó un papel al fondo del sobre, lo tomó y lo
  286. leyó.
  287. “Maestro usted sabe bien que la amaba, no deje
  288. que su melodía muera, allí viviremos los dos para
  289. siempre”.

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