Allá por 2005, cuando no existía nada similar a los smartphones y dispositivos que usamos actualmente, un puñado de ingenieros de Google tenía un proyecto secreto y muy ambicioso por delante. El desarrollo del mismo se llevaba a cabo en una de las salas del Campus Google, en ella, cuatro docenas de ingenieros trabajaban con el objetivo de crear un dispositivo que revolucionará la industria de la telefonía, eran los comienzos de Android. Dos años después, en enero de 2007, esos mismos ingenieros, más otros que se habían ido incorporando por el camino, habían estado trabajando de 60 a 80 horas semanales durante los 15 meses anteriores. Escribiendo y probando código, negociando licencias de software, viajando por todo el mundo en busca de las partes, piezas, proveedores y fabricantes para dar forma a los prototipos de teléfonos que más tarde, a finales de ese mismo año, esperaban lanzar al mercado. Pero antes de que eso ocurriera, Jobs desveló el iPhone, y eso lo cambió todo.