Hay temas que por no estar en la punta del iceberg social a penas se tratan, no se debaten, no se piensan, no se miran. Pero tienen su calado en la realidad que vivimos. ¿Qué significa hoy leer?.
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Parece una obviedad, pero hagamos una breve reflexión:
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Leer hoy en día es una forma de comunicación inmediata a través de internet, algo realmente nuevo. No tiene nada que ver con las cartas escritas a mano. Leí hace poco en una novela que un personaje se queja porque con la rapidez del correo, que en lugar de un mes en hacer llegar las cartas lo hace en una semana, se había perdido profundidad en la escritura de las cartas. Desde mi punto de vista pienso que ha influido también el hecho de dejar de escribir a mano, porque escribir a mano conlleva otra manera de comportarse ante la escritura, otra forma de pensar lo escrito que simplemente tecleando. Yo por ejemplo, quizá por la fuerza de la costumbre, escribo a mano los artículos y reflexiones antes de pasarlas al ordenador.
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Por un lado la lectura de internet es rápida, crea sensaciones y es un estímulo para actuar o responder, pero es una lectura poco reflexiva, por regla general, no quiero ser maximalista como me critica don Joaquín Colín, ni demasiado dogmático como apunta el señor Castro Merino, pero es como lo veo.
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En una sociedad en la que el sistema de enseñanza es obligatorio todas las personas saben leer. Esto se presenta como un gran avance. Lo es para que nada quede fuera de la sociedad, pero también lo es a costa de perder modelos de pensamiento y de vivir, previos a saber leer, lo cual no es brutalidad sino otra forma de ver el mundo.
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No obstante lo que sí podemos analizar es la manera en que aprendemos a leer, siempre sobre un molde que se ha establecido, es decir, aprender las letras, luego monosílabos y finalmente palabras, para pasar a leer frases. No es el único modelo, sino el que se ha impuesto o elegido, pero hay otras formas de enseñar a leer, como es escuchar una frase y verla escrita, entenderla y asociarla con la escritura, de esta manera se pasa a desglosar las palabras y finalmente las letras.Es decir aprenderíamos a asociar el pensamiento con la lectura, no solamente un significado, sino conceptos.
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El modelo adoptado como pedagogía infantil ha enseñado a ver lo inmediato, a percibir la realidad y luego pensarla, mientras que el modelo que no se utiliza, del que habla Victoriano Fernández, va asociado a la reflexión, a la participación educativa, se piensa para llegar a lo real, de manera que la realidad se hace y por lo tanto puede cambiarse, podemos intervenir en ella, no verla solamente como un carril del que no podemos salir y en el que la enseñanza sirve para colocarnos en él cuanto más adelante mejor, pero incapaces de leer el mundo de otra manera. El modelo de pensamiento lo que permite es ver en una lectura muchas otras, muchas realidades posibles en un mismo texto y sobre todo nos hace ver lo que acompaña lo escrito.
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Escribimos letra a letra, pero no pensamos con letras, sino con conceptos-frases, trascendiendo incluso la palabra. El modelo de lectura fundamentado en las letras ha servido para enseñar un modelo de realidad del que es difícil salir de él mentalmente, es decir conseguir pensar el mundo y nuestra vida de otra manera. Otra forma de lectura extendida en el mundo es la de aprender los textos leídos de memoria y convertirlos en nuestro guión de vida, lo que sucede en aprendizajes religiosos o de tipo ideológico, son con los que se construye el fanatismo. La lectura construye el modelo de realidad de las personas y también de sociedades enteras.
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Varias obras literarias narran que la lectura de alguno de sus protagonistas es lo que les hace cambiar su punto de vista de cómo vivir, de cómo amar. Leer abre el mundo para verlo por dentro y todas sus caras. El problema de las protagonistas es que cambian pero mantienen el mismo modelo de pensamiento aunque quieran vivir una historia diferente en la misma realidad y desde una manera de pensar igual, lo cual acaba en un desenlace dramático. Son historias en que la pasión se desborda de la racionalidad social y sus convencionalismos. Me refiero a Anna Karerine de Tolstoi y a Madame de Bovary de Flaubert. En Fortunata y Jacinta de Galdós la relación con la lectura es lo que define a los personajes femeninos, a Jacinta le gusta leer poesía. Fortunata no sabe leer, de manera que viven una sexualidad diferente.
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En la sociedad actual el libro se convierte en un objeto más de consumo, se promueven campañas para estimular y promocionar la lectura, inmersos sin embargo en una forma de vida que nos aleja de la lectura, nos la meten en el metro con pegatinas que ponen textos de libros en las grandes capitales, máquinas expendedoras de libros, bibliotecas, pero si una persona lee y decide ser coherente con lo que ha aprendido y piensa ¿qué puede hacer?. Romper con lo que le rodea, lo cual no es fácil. Porque en lo que leemos hay otro mundo, pero nos vacunan enseñando que es algo que no existe, es decir nos castran la imaginación, la crítica, todo lo que no sea someternos a lo real, llamado real y enseñado como tal.
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Leer exige tiempo. En una sociedad de prisas la lectura es de entretenimiento fundamentalmente. No pensar o hacerlo lo menos posible forma parte de no tener tiempo para nada. Leer requiere espacios de reflexión, de tertulias que desaparecen cada vez más.Exige una soledad compartida que no se sabe ya lo que es.
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Aumentan el número de editoriales de pago y no hay cauces reales para muchos escritores, de esta manera el ambiente de lectura se reduce cada vez más, aparentando, sin embargo, ser inmenso. La información, también la información cultural, viene dada por los medios de comunicación, por titulares o noticias de radio y televisión, la lectura digital desborda la reflexión, nos hace ver qué sucede, pero no todo el contexto histórico y social y político y económico que requiere un análisis sosegado, alejado de la noticia inmediata.Leer se complementa con hablar y cada vez hablamos menos con los demás, estamos demasiado ocupados en no sabemos qué.
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En su obra El hombre sin atributos su autor, Musil, advierte de que nadie lee, y en una sociedad preparada, con un sistema educativo prusiano donde imperaba el programa como algo obsesivo, tal y como nos cuenta Stefan Zweig en sus memorias escritas durante la II Guerra Mundial, tuvo sus consecuencias, porque se leyeron y aprendieron panfletos sin reflexionar sobre sus contenidos. El problema es que cuando una sociedad lee paja se convierte en una sociedad bruta y dirigida. Y mucho de esto está pasando con la comercialización en forma de moda de libros para la juventud con soluciones mágicas, con un individualismo atroz, donde se enseña a que cada cual se encierre en si mismo.
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Ya nadie lee novelas de Michel Ende como La historia interminable o Momo, sólo en su momento como obras que el paso del tiempo las da un valor reivindicativo, de descubrir el mundo que nos encierra y en el que nos roban el pensamiento y la imaginación, pero quedaron encerradas en la moda y ya nadie se acuerda de ellas. Obras más modernas, de la modernidad de hoy, escritas hace cinco siglos se nos ocultan, como Amadís de Gaula. A través de leer hay una lucha sutil con la que los promotores de la cultura quieren orientar a las personas. Es necesario recuperar tiempo de leer y de hablar. Es tiempo de asambleas el que hace falta, no de programas, de televisión ni de los partidos políticos ni de estudios, que nos programan.
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Como escribió Rabindranath Tagore, leemos mal el mundo y luego decimos que nos engañan. He aquí la cuestión.